TUTEN MAPU, el nuevo a.k.a. de Martín Rodríguez.
En el año 1976, en Buchardo (Córdoba), un pequeñísimo pueblo rodeado de la pampa eterna, en el centro geográfico de Argentina, donde los horizontes son infinitos y los cielos siempre invitan a ser plasmados en un óleo, nace Martín Rodríguez, un niño cuyo juego preferido, además del fútbol, es tocar la guitarra y cantar.
En su casa se vive música permanentemente, rodeado de tocadiscos, cassettes, guitarra, quena, sikus y el piano.
Su madre Tere es docente, muy fan de Serrat y la Negra Sosa, y su padre Héctor tiene su conjunto folklórico «Canto 4», orgullo de la zona y finalistas del Pre Cosquín ’77, aunque también cuenta con un costado más rockero con Credence y los Beatles como sus preferidos.
Su padre también trabaja en el campo familiar que se llama TUTEN MAPU y significa «tierra hermosa» en lengua mapuche y este es el origen del nombre artístico que adoptará en 2021.
De pequeño comienza a cantar y tocar en el Coro Municipal y a los 7 años debuta en un escenario para un Día del Niño tocando «Imagínalo» de Víctor Heredia, y vaya si le hizo caso.
Mientras en su pueblo solo existían los bailes populares, orquestas típicas que hacían 4 selecciones (entradas) con distintos ritmos, cuarteto, pasodoble, cumbia, y muy de vez en cuando alguna canción moderna que sonara en las radios, él estaba fanatizado con Soda Stereo.
«Canción Animal» fue el primer vinilo que se compró, que se le rompió de tanto ponerlo y lo tuvo que comprar nuevamente.
En 1991, cuando se hicieron los 14 conciertos en el Gran Rex, un tío de Buenos Aires lo invitó para ir a uno de ellos, y listo, chau, algo en él cambió para siempre.
Sólo recuerda el inicio del concierto, con los teclados húmedos y sumergidos de «Hombre al agua» seguido de esa batería asesina con la que comienza la canción, luego entró en un trance.
Su excitación era tal que terminó bailando alocado en los pasillos del Pullman.
En ese concierto uno de los tecladistas fue Tweety González, reconocido productor argentino que sería clave en su futuro, pero para eso todavía falta.
Cuando termina los estudios secundarios en Buchardo, emigra a la ciudad de Córdoba donde conoce al maestro Juan Carlos Ciallella, que además de armonía, composición y piano, le mostró la importancia de la libertad para encontrar el propio camino, de oír su propia voz, de describir su propio mundo. Un hecho vital para el encuentro de uno mismo con su arte.
Rodeado de amigos y colegas, durante los años siguientes aprende el oficio de músico profesional, absorbiendo diversas estéticas, lenguajes e inquietudes. En esta época conoce la obra de Spinetta y de Prince, que tanto lo influenciarían a futuro.
Comienza a asistir a la Universidad Nacional de Villa María a cursar algunas materias de la carrera de Composición. Entre sus compañeros se encuentran su hermano Gustavo y su amigo Luciano Cuviello, con quienes forma «El Mortero Trío», un grupo acústico de raíz folklórica que graba su primer álbum «Lelikelén» en 2008, incluyendo por primera vez canciones de su autoría.
En su primer viaje a Francia, también se produce su debut como solista. En una pequeña cafetería de la ciudad de Tours, con un manojo de nervios incontenible, pero con la convicción de iniciar un nuevo camino, cantó en solitario por primera vez sus canciones y algunos covers.
Dos años más tarde Paola Bernal y el recordado Titi Rivarola, lo convocan como bajista, graba en el disco «Pájaro Rojo» y tocan en el Escenario Mayor de Cosquín, en tres años consecutivos (’11, ’12 y ’13).
Aquí es donde el bombo legüero llega a su vida para quedarse, y este contacto con el bombo lo acerca también a Minino Garay, con quien toca en sus diferentes agrupaciones (mezcla de world music y cuarteto) por más de 10 años en distintas partes del país y en Francia. También graba varios instrumentos y coros en su disco «Asado» junto a referentes como Chango Spasiuk, Jairo, Eruca Sativa o Kevin Johansen, por nombrar algunos.
En 2012 debuta como productor en el disco «Ventolera» de Martín Marassa y al año siguiente es invitado a tocar el bajo en Rayos Láser (ascendente grupo pop que integra su hermano Gustavo) para la presentación en Buenos Aires de su primer álbum, «Rayos Láser».
En estos dos conciertos, también fue invitado a tocar Tweety González, aquel tecladista que había visto con Soda, y en el primer show, con un poco de vergüenza, le entrega un CD con un puñado de canciones.
En estos demos que había grabado en su home studio en los últimos dos años, se nota una mezcla entre el bombo, la Roland 808, guitarras acústicas, en un contexto de canciones bastante spinetteanas.
La segunda noche, Tweety le comenta que le habían gustado los temas, lo que para él fue una gran sorpresa y motivación.
Pasaron unos meses hasta que le propone a Tweety que le produzca su primer disco solista, el cual estuvo completamente embebido por la pérdida de Héctor, su padre y maestro.
En un encuentro sanador junto a grandes artistas como Carlos Villavicencio, Juan Ingaramo, Rayos Láser, Mavi Díaz, Mintcho Garramone y Minino Garay entre otros, grabaron durante 2014 las 11 canciones que componen el álbum «Martín Rodríguez», un disco ecléctico y atemporal con marcadas reminiscencias folklóricas y del rock nacional.
Junto a su aliada y compañera Kari, en 2015 dejan la ciudad de Córdoba y se radican en Buenos Aires, motivados por la necesidad de un cambio de escena, de objetivos, y con la propuesta de Tweety de trabajar como músico en sus producciones.
Aquí comienza una nueva etapa musical también.
Por insistencia de Tweety comienza a utilizar y ahondar conocimientos en Ableton Live, una herramienta que va a sumar nuevos ingredientes a su forma de componer y producir.
Forma un trío con Mauro Toro y Alejandro Castellani, que habían grabado en el disco, y actúan en distintos escenarios de la ciudad como Niceto y la Cúpula del CCK, entre otros y edita el video clip «Si abres oirás» dirigido por Ricardo Vázquez.
Durante estos 6 años que lleva viviendo en la gran ciudad participó de una veintena de discos como músico y coproductor junto a Tweety, además de tocar en las bandas de Audia Valdez y el inolvidable Ulises Butrón. También produjo el EP «Ya fue todo» de Mauro Toro.
En 2020 durante la pandemia empezó a colaborar para la creación del Twitin Club, un colectivo de artistas comandado por Tweety cuyo primer lanzamiento es «Solo una pregunta más», con música compuesta por él y Tweety, y la letra y voz de Lisandro Aristimuño.
Hoy, volviendo a sus raíces, renovando el contacto con su tierra, las maderas, los cueros, como así también con los controladores MIDI y la computadora, Martín Rodríguez le pasa la posta a su alter ego TUTEN MAPU, que comienza su camino con el single «Fondo del Jardín», track que cuenta con la exquisita batería de Sergio Verdinelli.
En esta producción, si bien es evidente la renovada exploración sonora del artista respecto a su disco anterior, hubo poco y nada de «edición correctiva» en un intento por recuperar el error humano, apartando la interpretación de la habitual y engañosa cirugía digital, recuperando el swing natural de lo imperfecto.
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