Una vida que parece venir de una vida anterior. Después otra. Después, mil: una por cada vez que fue tocada en vivo y palpitada como un latido de las visceras, del estómago, del cuerpo todo. Y ahora, una más.
Temperamento, el pulso vital en el que caben todos los componentes y todos los pedazos del mundo Buenos Muchachos, el estallido de potencia que atraviesa cada recital de la banda y que se ha convertido en un símbolo mismo de una forma de sentir la música, nace otra vez. Con la convicción de lo profundamente conocido —Pedro Dalton— y la tensión de lo atractivamente incierto —Alfonsina—, la canción crece hacia un salvajismo que desborda. La guitarra, de un hipnotismo feroz igual al del caballo ciego de Mya Ferrando, conduce la escucha al borde mismo del inconsciente. Allí donde la sombra le escapa a los márgenes, ahí donde una fuerza desconocida siempre emerge; ahí donde «Temperamento» llega para ganar, siempre, todos sus partidos. Este, el de su nueva vida, no será la excepción.
Texto: Belen Fourment